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No paraba de sudar, todo alrededor era oscuro y la única fuerza que mi cuerpo podía generar estaba en mis manos, con las que apreté el torso de mi novio, dejándolo casi sin aliento. Solo podía pensar que todo era una pesadilla. Mis niveles de oxitocina empezaron a aumentar desde que empecé a moverme, y me di cuenta que no podía caminar con los ojos cerrados, abrí los ojos y se desató el terror: el rostro de un payaso deformado con un cuchillo en su mano se acercó a nosotros, dejé de respirar, y por dos instantes me paralice. Las uñas de Laura en mi vientre y sus gritos suplicando que avanzáramos, me hicieron reaccionar.
En varios momentos no sabía que era la realidad o que era la ficción, solo rezaba para que se acabara. Era como un laberinto negro, en el que no se sabía qué ser espeluznante saldría de aquella oscuridad. De repente, entramos a un cuarto y sentí que algo muy grande se avecinaba hacia nosotros.Unos ojos rojos brillantes iluminaron el lugar, y un rugido que retumbaba en las paredes hizo que los vellos de mi piel se erizaran. Mi novio me agarró la mano tan fuerte, que instantáneamente supe que algo muy horrorifico se encontraba justo enfrente de nuestros cuerpos. La cabeza de un lobo más grande que nosotros, no dejaba de mecerse, como si tuviera vida propia y en cualquier momento pudiera devorarnos.
Si alguna vez alguien ha probado un alucinógeno, sabe que el mundo se voltea, se recompone, se transforma y se mueve por sí solo, en un viaje de unicornios y colores. Pues bueno, en este sueño o más bien pesadilla nos esperaba un efecto psicodélico pero sin drogas: miles de puntos de colores fosforescentes giraban a nuestro alrededor, como si fueran partículas del aire que respirábamos. Lentamente perdí mi estabilidad, y sin poderla recuperar, nos adentramos en una de las situaciones más asfixiantes, literalmente, que he vivido en mi existencia de 20 años. Dos paredes negras nos dejaron sin aire, no podíamos ver a dónde nos dirigíamos, solo rezar para poder tener un espacio y respirar. El calor se hacía más intenso y el sudor no se hizo esperar, estábamos perdidos sin rumbo.
Creo que por 10 segundos me sentí protagonista de una película de SAW: Un hombre con una motosierra y un martillo aguardaba por nosotros.El sancocho de gallina del almuerzo me llegó a la garganta. Solo sentía deseos de correr y huir, de cual asesino se trata. Laura hacía presión al grupo, al ser la última en la fila, era la más asediada, tocada y perseguida, nos metía empujones a todos. Sus gritos eran otro nivel: de esos que no dejan ningún tímpano vivo. Creo que aquellos sonidos le hacían competencia a los alaridos de Natalia, quien desconocía a su compañero de adelante, pero a quien abrazó como si su vida dependiera de él. Las únicas palabras que podían salir de mi boca eran: “No más, ya no quiero más, saquenme de aquí”, por supuesto, aquella petición no se cumpliría.
Cabezas de muertos, obras de arte que parecía que tuvieran vida propia, voces terroríficas, cuerpos atados a camas y ensangrentados, sangre, armas, payasos al mejor estilo de IT, lobos, tumbas, muertos y hasta un Chuky, todo parecía una combinación de los thrillers más aterradores que a los genios del cine se les ha ocurrido. Además de esto, como olvidar el hecho de que era un laberinto sin salida, en el que no se respira, no se vé y lo peor, no se conoce su fin.
Por un momento creí que no despertaría de aquella pesadilla. Al final de aquel camino vimos la luz, y los rugidos a nuestras espaldas se escuchaban cada vez más fuertes. Creo que no había corrido tanto desde la última vez que casi me roban.
Cuando salimos de aquel túnel, desperté. Lastimosamente no había sido un sueño, todo había sido verdad. Aquellos monstruos, sonidos y los macabros objetos que percibí, sí existían de verdad, y hacían parte de las mejores atracciones que el River View Park ha traído a Cali. Sí supieron cómo hacernos quedar sin aliento, cómo perder la cordura, gritar y hasta suplicar, cómo sentirnos en una casa del terror de verdad. Concuerdo con su nombre: aquel lugar sería “La Última Morada”, en la cual quisiera estar.
